domingo, 8 de mayo de 2011

Crónica de la XV Marcha Cicloturista Primavera en La Bañeza




Hoy mi bici y yo hemos estado en la XV edición de la Marcha Cicloturista Primavera que organiza el C.D. Ciclista El Piñón Cortés en la localidad leonesa de La Bañeza. Ellos nos ofrecían aproximadamente 100 kilómetros de pedaleo por sus tierras, con dos tramos libres, y las webs meteorológicas nos ofrecían poca certeza sobre si llovería o no.

Llegamos a las 9 menos cuarto de la mañana, con un cielo que amenazaba lluvia y dejaba caer algunas gotas. Algunos dudaban y otros nos ibamos directamente a buscar el dorsal. Al final, con un cuarto de hora de retraso aproximadamente, unos 100 (quizás más) bicicleteros salimos dispuestos a lo que fuera a eso de las diez menos cuarto. Nos llovió en los primeros kilómetros, en los que llevamos un ritmo tranquilo a una media de 24-25 kilómetros por hora y sin incidentes dignos de reseñar.

El primer tramo libre fue de unos 10 kilómetros antes del avituallamiento. Subidas, bajadas y un asfalto en no muy buen estado que junto con la humedad en el suelo y el fuerte viento que tuvimos que soportar durante casi todo el camino no invitaban a correr. Allí nos dieron una pieza de fruta, un pastelito, una barrita y una lata de refresco de los que dimos buena cuenta. Se echaba de menos la bebida isotónica, aunque hoy no hacía demasiada falta porque el día frío y ventoso animaba a guardarse el sudor para adentro. Allí coincidí con algunos otros bicicleteros que ya se van convirtiendo en caras conocidas con el paso de las marchas, y vi varias bicis que me impresionaron, en especial la del F. C. Barcelona que aguanta como si tal cosa el paso de los años (y que me olvidé de fotografiar a la llegada), y dos Trek Madone que se diferenciaban sólo en las ruedas... y en el peso. Cuando le puse en la manos mi BH Contour al chico de la más ligera casi se cae el pobre, es que diez kilos en orden de marcha deben ser muchísimo.

Estuvimos como media hora parados, y cuando arrancamos hacía un frío que pelaba así que parecía una buena idea ir un poquito más deprisa. Y vaya que fuimos, aunque controlados por la gente del Piñón que nos trataron exquisitamente como suele ser habitual en ellos. Justo antes del segundo tramo libre pararon a reagrupar para que saliésemos todos juntitos, porque al parecer algún perro había creado problemas a la parte trasera del grupo. Reagrupamos, anduvimos unos metros y al grito de guerra habitual en estos casos nos dejaron sueltos como a aquellos perros que habíamos visto un poco más atrás.

¡Cómo soplaba el viento! Pero esta vez era de costado y de atrás, así que allí todos buscábamos una rueda detrás de la que cobijarnos. Íbamos deprisa y esta vez me pude mantener en el grupo cabecero, cosa que creo que no había hecho nunca antes en mi vida en una marcha cicloturista. El caso es que nos pegamos una buena paliza, con algún pequeño susto incluido, y llegamos a La Bañeza con una media de 29 kilómetros por hora y una cara de satisfacción de oreja a oreja.

Después las duchas (las mejores que he visto en todas las marchas cicloturistas a las que he ido, hasta abundaba el agua caliente para quienes íbamos los últimos) y la comida, con entremeses, una paella de esas que animaban a comerse dos platos, y un pastelito relleno de nata que estaba delicioso, además de la agradable charleta sobre marchas y pormenores varios. La cosa terminó con un pequeño sorteo y luego cada mochuelo a su olivo.

Esta es otra de esas marchas que uno finaliza al grito de "al año que viene vuelvo". El recorrido, de menos de 100 kilómetros, con poco más de 700 metros de desnivel acumulado y por unos paisajes que agrada mirar, es apto para todos los públicos. La gente del Piñón nos trata más que bien, tanto durante la marcha como después, la Guardia Civil que nos ha acompañado ha sabido leer las peculiaridades de lo que se traían entre manos llevándonos a buen puerto y en los pueblos nos animaban como si fuésemos el pelotón de la mismísima Vuelta a España. Eso sí, me gustaría darle un tirón de orejas a la Diputación de León porque no se pueden tener así las carreteras (madre mía, qué asfalto en algunos tramos), y si tuviera que pedirles algo a los organizadores sería que nos dieran bebida isotónica en el avituallamiento. No hace falta que sea Aquarius, yo la llevo de marca Eroski y la botella de litro y medio sale baratísima, mucho más que las latas de refresco.

1 comentario:

Alejandro dijo...

Anda que... Viento... Claro, como vosotros sois muchos, no pasa nada, pero, cuando salimos tú y yo solos, bien que me mtes por donde da el aire de cara... aunque luego da de culo...

Al final, la media fue maja.